Te miro en silencio, tratando de adivinar que enigma se oculta tras ese brillo y en el danzante fuego de tus ojos.
Ellos no se fijan en los míos, perdidos en ensoñaciones distantes, ajenas a mí. ¿En qué pensaras? ¿Qué secreto que oculta tras tus ojos que dibujan en tu rostro esa sonrisa que rebulle con travesura? Imposible sumergirme en tu misterio, pues insondable es el alma de la mujer e imposible saber los arcanos de su alma y de su esencia.
Me resigno a contemplarte en silencio, a saber que nunca me miraras con tanta intensidad ni desplegaras tu sonrisa para mí de la forma en que ahora lo haces. Sé que estoy condenado a la penumbra en que ahora estoy, atado a tu sombra, amándote desde el anonimato de la noche sin fin.
Pues tú aun estas viva y yo, muerto desde un tiempo que no consigo recordar.
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