En México rueda la conseja que reza: "Perro que ladra no
muerde"
Sin embargo, la gente olvida que hay otra parte del dicho que nos cuenta que: "Pero perro que come, no ladra"
Este dicho, en su versión completa, es el más conocido entre la clase política nacional.
Desde arriba nos ven como una jauría de perros hambrientos que gruñimos, berreamos por lo bajo contra la crueldad de nuestros amos, al mismo tiempo que lamemos con descaro las cadenas que nos detienen.
Y si un perro ladra, es dudoso que muerda y si para que deje de molestar se le arroja cualquier hueso para que se retire a roerlo con deleite. El perro bien alimentado nunca muerde la mano que le da de comer.
Y si el perro tiene dignidad,
no acepta mendrugos y muerde, hay que sacrificarlo por el bien común de las
altas esferas.
Al final de cuentas, los dueños de la jauría saben cómo hacer las cosas.
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