¿Has mirado bien tus manos, tus pies? ¿Has visto tras tus ojos? ¿Has contemplado bien el paisaje de tu vida?
¿Presumes de libertad?
Nadie es libre, nunca.
Somos prisioneros.
Prisioneros de la gravedad. Prisioneros de la necesidad de comer, de beber, de dormir. Prisioneros del dinero y del reloj. Prisioneros del vacío y de la tristeza. Prisioneros del ansia de ser reconocidos, necesitados y amados.
Prisioneros de los espejos y de las letras, del viento y del mar. Somos prisioneros de la tierra que nos sostiene, del sol del que dependemos, de la lluvia, de la naturaleza.
Somos prisioneros de relaciones cancerígenas, somos prisioneros de la demencia y la discordia; del terrible ruido que ensordece las conciencias y las manos.
¿Presumes de libertad?
Te invito a mirar por la ventana.
Todo eso que miras, es tu prisión.
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