El viento
me trae la sombre de tu cabellera,
mojando mis manos con tu color,
embriagando mis labios
de añoranzas almibaradas.
El sol
me cuenta la extensión de sus pasos
y el sabor de tu piel en verano,
gozando de acariciar tu silueta
con la impudicia de sus rayos.
El mar
me trae nostalgia con gusto a sal,
recordándome la savia de tu ser
que algún día me lleno de furor
y terminó en hogueras compartidas.
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